La humanidad está inmersa en pleno cambio de ciclo histórico que, según el criterio del exministro y escritor Manuel Pimentel, va a favorecer de forma creciente los intereses de agricultores y ganaderos, pero que puede crear un verdadero problema de acceso a una alimentación asequible. “Si no se toman las medidas para corregir un alza de precios que podría ser meteórica, no es disparatado pensar en que pueda darse una hambruna”, ha alertado este viernes ante los asistentes al desayuno de trabajo organizado por Diario de Navarra.
El acto, patrocinado por CaixaBank y con la colaboración de Co.CiudadaNa y hotel Tres Reyes, ha servido para exponer la visión de Pimentel sobre el futuro del sector primario, del que es buen conocedor por sus raíces familiares y formación como ingeniero agrónomo. Pimentel ha planteado un relato de cómo se había llegado a la situación actual, en la que prima “el desprestigio y el desprecio” hacia agricultores y ganaderos debido a la primacía de una creciente población urbana desconectada de la realidad que hace posible la producción de alimentos. Ha afirmado que esa mayoría urbana había engendrado un consenso de valores ecologistas y conciencia medioambiental que se había traducido con los años en una normativa cada vez más asfixiante para el mundo rural, hasta el punto de provocar un progresivo abandono del campo.
El exministro de Trabajo ha situado la causa del actual punto de inflexión en 1989, con la caída del muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética. Aquellos hechos fueron el pistoletazo de salida para una progresiva globalización en lo económico que llevó, inexorablemente, a que los recursos se reasignaran “a donde se aplican de forma más eficientes”. Así, buena parte de la producción industrial se trasladó a China y muchos de los alimentos fueron importados de países en vías de desarrollo. A ello se sumó en Europa la llegada del euro y, en España, la aparición de las grandes cadenas de distribución. Todos estos elementos contribuyeron, según ha razonado Pimentel, a reducir los precios de los productos agrarios y ganaderos a niveles insostenibles para los productores en Europa.
“Si en los 60 se destinaba una alta proporción de la renta familiar a la alimentación, que oscilaba el 40%, entre 2000 y 2020 hemos disfrutado de la alimentación más barata de nuestra historia”, ha asegurado antes de añadir que ello condujo a la población urbana a infravalorar el trabajo de quienes se dedicaban al sector primario. La equivocación, a juicio del exministro de Trabajo, vino por la creencia de que los valores occidentales democráticos y liberales iban a extenderse por el resto del mundo de forma natural, algo que, ante la proliferación de tensiones internacionales, se ha demostrado infundado. Pimentel ha explicado que ahí radicaba el inicio del nuevo ciclo, que comenzó con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2018. “Empezó a poner aranceles, y no solamente a África, sino a la propia Europa. Bueno, ¿cómo es esto? Nuestro paladín, nuestro líder, nuestro jefe ideológico y económico del país que predicó la bondad del librecambismo, de las fronteras abiertas, de los mercados libres. ¿Cómo retorna a los aranceles? ¿Qué ha pasado? ¿Qué contradicción es esta? ¿Es una locura tuitera de este chico tan impulsivo?”, ha inquirido.
REDIGNIFICAR EL CAMPO
Su respuesta a estas preguntas ha venido de que se habían dado cuenta que era China quien más se estaba favoreciendo de la globalización. Este cambio de rumbo hacia el proteccionismo obedecía al análisis de “lobbies, think tanks, universidades, consultoras, analistas y ensayistas”, por lo que ha descartado que fuera una estrategia pasajera. De hecho, ha mencionado que Joe Biden había seguido el mismo camino que Trump e incluso lo había acelerado, por lo que ha concluido que será una política que continuarán futuros presidentes sean del signo que sean.
El actual cambio de ciclo no solo ha sido provocado por el giro emprendido por Estados Unidos, según ha expuesto, sino que también han contribuido otros acontecimientos interconectados como la invasión rusa a Ucrania o los ataques al tráfico marítimo en el mar Rojo por los hutíes. Estos factores le han llevado a sostener que los precios de los alimentos no van a dejar de crecer, algo que se potenciará por el progresivo abandono del campo y una pérdida de tierras cultivables en Europa. “Si no hacemos nada al respecto, el precio de la compra puede pasar de los 250 euros actuales a más de 600”, ha prevenido.
Pimentel ha dicho que esta escalada de precios puede tener solución si se toman las decisiones adecuadas. Entre estas, ha destacado la necesidad de diseñar una nueva política agraria europea más pragmática que incorpore las reinvindicaciones del campo. También ha abogado por una gestión racional del agua disponible para impulsar el regadío. Todo ello contribuiría a redignificar a agricultores y ganaderos.
Economías de escala y mecanización, claves para el futuro del sector
“El agricultor o ganadero que pretenda hacer lo mismo que su abuelo trabajando en una pequeña explotación está muerto. Al igual que ha pasado en muchos otros sectores económicos, los vientos soplan a favor de quienes apuesten por la mecanización y las economías de escala”, trasladó ayer el ex ministro de Trabajo y escritor Manuel Pimentel durante el desayuno de trabajo organizado por Diario de Navarra que tuvo lugar en el hotel Tres Reyes de Pamplona. Vinculado al sector primario desde su infancia y residente en una finca “cerca de Córdoba”, el autor del ensayo ‘La Venganza del Campo’ (ed. Almuzara) advirtió que la pérdida de poder de negociación de los agricultores y ganaderos frente a los grandes grupos de distribución solo podría revertirse con la creación de estructuras de mayor tamaño como las cooperativas y mediante las “integraciones verticales”.
Un mayor tamaño de las explotaciones ayudaría también a atraer personal cualificado e invertir en I+D, lo que redundaría en un incremento de la productividad y mejora de las condiciones laborales. Respecto a la disponibilidad de mano de obra, Pimentel se mostró optimista en relación con la capacidad del sistema educativo para proporcionar perfiles técnicos como químicos, biólogos, biotecnólogos o ingenieros. Sin embargo, destacó que no será así con los peones y los operarios de campo, que van a escasear cada vez más. “Estos trabajadores van a desaparecer, aunque durante un tiempo lo compensaremos con inmigración. No será así a medio plazo, por lo que hay que afrontar el gran reto de la mecanización cuanto antes. Hay que automatizarse todo lo que pueda”, recomendó. Todas estas medidas servirían para dotar al sector primario de armas para negociar “de tú a tú” con las cadenas de distribución y lograr precios más justos por sus producciones.
De lo que se mostró convencido, fue de que la globalización ya no será tal como la hemos conocido en las últimas décadas y que se avecinan años en los que el proteccionismo y los aranceles van a estar a la orden del día.